La Mística en San Juan de la Cruz

Principales ideas de la conferencia de Don Ignacio Andereggen sobre San Juan de la Cruz.

“Los que no se purificaron en la tierra, se deberán purificar en el Purgatorio.”

Etapas en la vida espiritual siguiendo a San Juan de la Cruz:

Distingue san Juan de la Cruz a modo indicativo tres etapas en la vida espiritual, junto a las dos noches oscuras que las preceden:

-Etapa purgativa

-Noche oscura del sentido:

Purgación Activa: Donde la iniciativa parte del sujeto: Para reformar sus actos desordenados.

Purgación Pasiva: Donde la iniciativa es de Dios.

En el principiante hay muchos hábitos inconscientes, y el ejercicio activo es importante, pero no logra su objetivo si no aparece la purgación pasiva. No somos conscientes de nuestros propios defectos y pecados… Tenemos muchos más defectos y vicios de lo que parece y están muy arraigados. Por eso es necesario que venga la ayuda Divina con una acción más profunda de la Gracia.

-Etapa iluminativa. La persona cambia y ese cambio es notable, es un cambio muy profundo. Es una etapa más tranquila. La persona se hace de verdad racional. Pero todavía no se ha configurado a la Vida Trinitaria. Los que están en la vía iluminativa son muy intelectuales, pero todavía poco divinos. Todavía no es contemplación Trinitaria. Está presente el Don de Sabiduría, pero todavía prevalecen actos realizados con la inteligencia y voluntad a modo humano. En esta etapa la voluntad es más fuerte y la persona persevera en la oración. Pero todavía hay defectos escondidos. Y la participación en la Vida Trinitaria no se puede realizar con imperfecciones, aunque sean escondidas e inconscientes.

-Noche oscura del espíritu: Purifica el fondo del ser, para quitar el apego a las ideas desordenadas.

-Etapa unitiva. Contemplación Trinitaria.

El verdadero cristiano.

Muchos ante la vida mística retroceden. Los hombres huyen de la contemplación…Y Cristo nos trae la sabiduría escondida, escándalo para los judíos y locura para los griegos. Y para los cristianos de hoy es muchas veces lo mismo.

Si llegamos de verdad a Dios, esto se tiene que repercutir en nuestra configuración espiritual y personal. En todo el conjunto de la persona. Y esta transformación es lo que produce de verdad un santo.

El verdadero cristiano es el contemplativo que sabe como es el mundo. Cuando una persona es más perfecta, está configurada a Cristo y está llena del Espíritu Santo.